¿Por qué reprimimos las emociones?

¿Por qué reprimimos las emociones?

En consulta es frecuente ver a pacientes con malestares agudos, o con preocupación por los cambios en su salud mental, muchas veces se debe a emociones no expresadas correctamente.

¿En qué consiste exactamente reprimir las emociones?

Cuando hablo de reprimir, me refiero a invalidar, rechazar, ocultar o disfrazar ciertas emociones con las cuales no nos sentimos plenamente cómodos, este proceso puede ser consciente o inconsciente, es decir, en ocasiones el adulto realmente no es capaz de ver que existe una emoción más profunda detrás de ese diálogo que mantiene consigo mismo o con el mundo.

Un ejemplo común es no hablar de nuestros problemas, reír como si nada estuviera pasando, no pedir ayuda cuando la necesitamos o sencillamente no poder escuchar los síntomas de nuestro cuerpo cuando una emoción se está movilizando.

¿Es malo reprimir las emociones?

Más que describirlo como malo o bueno, considero que NO es natural el reprimirlas, como bien dice el Dr Daniel Lopez Rosetti, “somos seres emocionales que razonan”, lo que quiere decir que la emoción es algo muy primario, y que gracias a nuestra racionalización, las hemos ido usando o interpretando de manera diferente, al punto que pensamos y actuamos más desde lo “correcto”, que desde lo que realmente sentimos.

¿Hay que tomar decisiones desde la emoción o desde la razón?

Cuando una persona está tomando la decisión de divorciarse, de renunciar a un trabajo, de hacer un viaje, etc, surgen una serie de preguntas que se pueden convertir en bucles y dificultarnos la decisión. Muchas veces este debate interno surge por la contrariedad de las necesidades emocionales vs racionales.

“Quiero tener más tiempo libre (emoción), pero tengo que pagar el alquiler (razón)”

Los psicólogos tenemos varias opiniones sobre el tema, pero la mía en particular, que he visto a tantas personas ignorar sus emociones y ser infelices (incluyéndome), es que tenemos que escuchar nuestras emociones y a partir de allí darle la forma que amerita la razón. No todo tiene que ser blanco o negro, confío en que con la práctica podemos ir encontrando el balance, pero de ser posible, poniendo nuestra parte interna de base. Esto amerita muchos recursos, autoconocimiento, un entorno que nos apoye, confianza, esperanza, compasión y por supuesto, conductas y acciones que sean coherentes con las decisiones que tomamos, incluso cuando no salgan como queremos, pero siguen siendo nuestras decisiones, basadas en lo que necesitábamos en ese momento, y ya eso es válido.

Un ejemplo de lo que explico sería:

“Quiero tener más tiempo libre (emoción), pero tengo que pagar el alquiler (razón)”

Decisión:

“Voy a hacer un plan de acción para poder tener ahorros y buscar una mejor opción que me permita tener ese tiempo libre que deseo”

Respetar nuestras emociones es algo muy valioso, aunque luego la mente intervenga en la toma de decisiones y le de más forma. Es importante encontrar el equilibrio y escuchar a todas esas partes que nos conforman. Todas son relevantes. Existen diversas investigaciones de personas que por accidente, o bien, han perdido su destreza emocional, o su destreza racional. En cada una de estas personas, falta algo fundamental.

El padre que ha sido operado de un tumor que afectaba la zona encargada de las emociones, es incapaz de conectar con las personas que le rodean, ya no sabe lo que es disfrutar de una comida, protegerse de una araña o jugar alegremente con sus hijos.

El campesino que ha tenido un accidente, y que ha sufrido daño en sus lóbulos frontales (parte lógica y racional), se comporta como un animal, ha perdido sus modales, no entiende de horarios o de higiene, y no logra sostener su trabajo.

Como verás, ambas partes de nuestro cerebro son importantes, y si las seguimos conociendo y comprendiendo, podremos tomar las mejores decisiones para nuestro presente y futuro.

¿Qué pasa cuando reprimimos las emociones?

Las emociones son reacciones fisiológicas ante determinados estímulos, un estímulo puede ser desde el aire que respiramos hasta los pensamientos que nos repetimos, nuestra mente y cuerpo CONSTANTEMENTE están trabajando, percibiendo, interpretando, reaccionando y enviando información. Y aquí entran las emociones.
Si nuestro cuerpo percibe una situación amenazante, tal vez reaccione desde la rabia, para que podamos defendernos, aunque sea algo tan “inofensivo” como un mal chiste, si yo me molesto y no expreso mi emoción, lo que hago es reprimirla en mi comportamiento, pero el cuerpo la sigue sintiendo. Lo mismo si algo me da mucha risa, pero no es un momento prudente, aunque yo disimule y tenga una cara muy seria, internamente lo sigo experimentando.

Con las emociones desagradables, como la ansiedad, estrés, tristeza o ira, si las mantengo frenadas por largos periodos del tiempo, mis niveles de cortisol y adrenalina seguirán aumentando, mi cuerpo tensándose, mi sistema inmunológico deprimiéndose y mi mente sobrecargándose, y a partir de aquí pueden aparecer las enfermedades, tanto físicas como psicológicas.

Y no se trata solamente de enfermarnos, que por supuesto todos queremos evitarlo, sino también de nuestra calidad de vida. Reprimir nuestras emociones nos puede traer consecuencias en nuestras relaciones, porque cuando las ocultamos terminan saliendo de manera explosiva. También puede afectar nuestro descanso, niveles de energía, motivación en el trabajo y hasta en la capacidad de disfrutar de momentos con familia o amigos.

¿Por qué reprimimos las emociones si no nos hace bien?

A nivel histórico, se me hace difícil citar con certeza en que momento comenzamos a reprimir las emociones, en base a mi pequeña investigación, considero que la industrialización fue una época que influyó bastante, y en donde el trabajo, la acumulación de riqueza y la organización de la sociedad se convirtieron en protagonistas.

Para que te hagas una idea de cómo hemos evolucionado en nuestra percepción de los sentimientos, te comparto un texto encontrado en un artículo que hace referencia a la historia de las emociones y que evidencia un poco el diálogo que se practicaba en 1950:

Al resultar totalmente obliterada, la emocionalidad fue percibida como un riesgo para el orden social de la democracia moderna. Talcott Parsons fue uno de los representantes más emblemáticos de esta postura. Propuso el binomio afectividad y neutralidad afectiva, y consideró que la última era un instrumento esencial para asegurar la estabilidad del sistema

Volviendo un poco a nuestra época más moderna, la principal causa por la que reprimimos las emociones es la educación, aunque es una de las herramientas más importantes que tenemos, por supuesto que aún existen conceptos equivocados que hemos ido transmitiendo de generación en generación. Y la manera más clara de verlo, es que un niño, cuando aún no tiene la posibilidad de comprender y desarrollar el lenguaje, es incapaz de reprimir sus emociones. Si un niño está enfadado, cansado, alegre o hambriento, lo sabrás. Los bebés o niños pequeños no reprimen sus emociones.

En nuestra época, a medida que íbamos creciendo, se nos empezaba a pedir silencio cuando llorábamos, se nos pedía ser fuertes y valientes, se nos corregía si levantábamos la voz porque “hay que respetar a los mayores”, y ni hablar de crianzas más violentas donde la solución a cualquier necesidad emocional han sido los golpes.

Estos niños, que luego se convirtieron en adultos, aprendieron de manera errónea que hablar de sus emociones es malo, que no había refugio o consuelo para sus emociones, y sin querer, se les enseñó que la vida es un juego de supervivencia. Luego en la adultez, al comenzar la vida laboral la salud emocional ya se vuelve absurda, en algunos sectores se controla el ir al baño o tomar agua, se toleran conductas humillantes por miedo a perder el ingreso, si las mujeres expresan abiertamente que desean ser madres, su trabajo se pone en riesgo, y aún en 2023 tenemos a hombres públicos diciendo que las mujeres son menos exitosas y tienen menos puestos de poder porque no saben controlar sus emociones.

Este es el origen y aún es un problema, pero también es cierto que en los últimos años, en especial con la pandemia, hemos tenido una revolución en las emociones. Ya es más frecuente escuchar las palabras “Vulnerabilidad, espacio seguro, terapia, crianza consciente, empresas conscientes, etc.” Sin duda es un tema que ya es importante para muchos de nuestros líderes, educadores, médicos, psicólogos, padres, amigos, parejas y otros. Lo cual me regresa la alegría el corazón y me da la esperanza para que sigamos construyendo un mundo donde podamos darle una voz asertiva a las emociones.

En efecto, el gestionar las emociones también ha tenido una función social, sin la racionalización, seguramente nuestra sociedad sería muy diferente y tendríamos más episodios de violencia e injusticia. Ahora lo importante es que podamos seguir conectando con herramientas positivas para seguir liberando las emociones de manera saludable, sin hacerle daño a otros o a nosotros mismos.

¿Cómo expresar mis emociones de manera saludable?

El lenguaje: Poder expresar nuestras emociones con gestos, palabras o conductas es una herramienta muy poderosa para la regulación emocional. Hablar, escribir, utilizar gestos faciales o dar un beso, son maneras saludables que tiene nuestra mente y cuerpo para reaccionar y actuar con base en las emociones.

Movimiento: Caminar, bailar, trepar, saltar, jugar, correr, etc. El movimiento sigue siendo una manera de comunicarnos muy positiva y necesaria.

También incluye los movimientos más agresivos como puede ser un golpe o lanzar algo, pero teniendo en cuenta nuestra evolución, recomendaría dejar estas respuestas para situaciones realmente necesarias donde nuestra seguridad se ponga en riesgo. Si naturalmente sientes que necesitas esta parte física, existen muchas disciplinas donde también le podemos dar esta libertad al cuerpo, como el boxeo o las artes marciales, deportes o prácticas que nos aportan un lugar seguro y controlado para expresarnos, aprender y divertirnos. Contrario a lo que se piensa, estos deportes logran desarrollar autocontrol, asertividad, disciplina, autoestima y la práctica de otros valores importantes para la gestión emocional.

Llorar: Algunos investigadores apuestan a que nos sentimos mejor después de llorar. Desde mi experiencia personal y profesional, lo confirmo. Para mí, llorar es una liberación física y emocional muy necesaria.

Algunos pacientes no tienen esta respuesta física tan presente, es decir, hay personas que literalmente pueden contar las veces que han llorado en su vida, no se les es fácil. Esto puede ser por múltiples razones, pero mi respuesta siempre es que no hay que obligarnos. Llorar es solo una manera más de expresar nuestras emociones. Lo importante es que cuentes con otras formas de conectar con esos sentimientos.

Arte: El arte es una manera muy antigua y terapéutica de expresar las emociones, ya sea a través del canto, teatro, dibujos o artesanía, este talento ha acompañado a muchos humanos en sus peores depresiones o alegrías. Lo que más me encanta del arte es que es global, no entiende de razas o nacionalidades, lo vemos manifestado de muchas maneras, indiferentemente de la edad, género u origen.

Terapia psicológica: Imagínate un lugar seguro, con una persona especialista en el manejo de las emociones y comportamiento humano, que te puede acompañar de manera objetiva. Imagina un lugar donde se te proponen ejercicios y estrategias, para llegar a ese origen de tus emociones y que puedas liberar lo que realmente necesitas. Imagina un lugar donde sea lo que sea que sientas, es válido y no se te juzga. Imagina un lugar donde te proponen caminos para usar esas emociones a tu favor y construir el camino que quieres. Ese lugar puede ser terapia ♥️

Esta recomendación no la hago únicamente por ser psicóloga, yo también he sido paciente, y como mujer sensible e intensa que soy, mi vida no sería igual sin terapia. Para mi ha sido una gran herramienta y que he usado con mucha responsabilidad, porque el éxito de la gestión emocional y la salud mental no depende únicamente del acompañamiento, depende también de lo que tu hagas con las herramientas, por lo cual es muy importante que seas consciente y proactivo con las recomendaciones o propuestas.

Otras recomendaciones:

Si deseas ir más allá, y seguir trabajando en tu salud mental y gestión emocional, te dejo enlaces a herramientas que sin duda te servirán para tus objetivos:

Terapia psicológica online con Diana

Libro recomendado

Diario físico

Diario digital

¿Te quedan dudas o necesitas más información?

Escríbeme un email a vivemasbcn@gmail.com o un DM vía Instagram

Scroll al inicio