La ansiedad laboral, también conocida como estrés laboral o burnout, es una respuesta de nuestro cuerpo que proviene de la combinación de factores externos e internos. Normalmente no se debe a una única causa, sino a la suma de múltiples estímulos que convierten el trabajo en una dinámica dañina para nuestra salud y bienestar.
Los factores externos son aquellos en los que muchas veces no tenemos control o influencia directa, y estos pueden ser, el estado de ánimo del superior, los retrasos de algún proveedor, horarios rotativos, largas distancias para llegar a nuestro trabajo, etc. El día de hoy nos vamos a concentrar en los factores internos, los que dependen mayormente de nosotros, en concreto nuestros hábitos alrededor del trabajo.
Entiéndase como hábito, aquella repetición consciente o inconsciente que realizamos la mayor parte de nuestro tiempo. A nivel de rutina laboral hoy profundizaremos en algunos en “micro hábitos», pequeñas acciones recurrentes que aunque puedan parecer insignificantes, contribuyen de manera acumulativa al desarrollo de ansiedad laboral.
Los clasificaremos en dos grupos, los que practicamos dentro y fuera de la jornada laboral.
Dentro de la jornada laboral:
Asumir responsabilidades de más: Sobrecargarse con tareas adicionales sin que se te asignen explícitamente.
No tomar breaks/ pausas durante la jornada: Ignorar la importancia de tomar descansos regulares, lo que conduce a fatiga mental y física.
Multitarea / multitasking: No estar presente. Intentar hacer varias tareas simultáneamente, lo que aumenta la sensación de agobio.
Comunicación evitativa: Evitar abordar problemas o preocupaciones en el trabajo, lo que puede generar tensiones y conflictos sin resolver.
Procrastinar: Postergar tareas importantes, aumentando la presión y el estrés a medida que se acercan los plazos.
No delegar: Resistirse a compartir responsabilidades y generar una carga de trabajo desproporcionada.
Perfeccionismo excesivo: Buscar la perfección en cada tarea, lo que puede generar ansiedad y demoras innecesarias.
Planificación estricta o confusa: Adoptar una planificación demasiado rígida o poco clara que influye en el ánimo y eficiencia.
Altas expectativas: Establecer estándares poco realistas, lo que puede generar sentimientos de fracaso.
Alimentación alta en azúcar, cafeína o consumo de sustancias: Dependencias que ofrecen una energía o alivio momentáneo, pero que son perjudiciales para la salud.
Fuera de la jornada laboral:
Iniciar el día con prisas: Comenzar el día con una sensación de urgencia y falta de tiempo, preparando a tu cuerpo para el estrés.
Revisar correo o móvil fuera de la jornada o en vacaciones: No desconectar e interrumpir tú descanso.
No tener higiene de sueño: Descuidar rutinas para un descanso adecuado, lo que afecta la calidad del sueño y contribuye a la fatiga.
No practicar actividad física o autocuidado: Ignorar la importancia del ejercicio y el cuidado personal, descuidarte a ti.
No cambiar de entorno (teletrabajo): La falta de cambio de entorno, especialmente para quienes trabajan desde casa, puede contribuir a sentirse atrapado en la rutina laboral
Aislamiento social: Limitar las interacciones sociales, lo que puede aumentar la sensación de soledad y estrés.
Diálogo laboral persistente: Mantener conversaciones principalmente centradas en tu trabajo, haciendo que tu vida gire principalmente en torno a eso.
Nota: Posiblemente te sientes identificado con varios de los hábitos mencionados, si es así, evita recriminar o sentirte culpable. Es bastante fácil caer en estas rutinas donde nos descuidamos y priorizamos el trabajo, posiblemente es importante para ti y por presión o falta de tiempo no has podido detenerte a prestar atención a estos comportamientos.
¿Qué hacer?
- Mi primera recomendación sería que vayas con calma y no pretendas cambiar tu mundo laboral de un día a otro, te propondría repasar los hábitos mencionados en este artículo y elegir tres que consideres prioritarios mejorar y por los que quieras empezar a trabajar. Ve uno por uno y permítete el tiempo para transformar o construir esos nuevos hábitos.
- Lo segundo que te diría es que si te sientes desbordado y consideras que la situación te supera, busca ayuda profesional. En mi terapia utilizamos la terapia cognitiva conductual que nos ayudará a identificar tus creencias alrededor de tu vida profesional y trabajaremos con pautas y estrategias para que vayas construyendo esa vida laboral que te mereces.
- Rodéate con personas fuera de tu trabajo, compartir con otro tipo de personas nos ayuda a darle perspectiva a la vida y a conversar de otros temas que nos ayuden a desconectar.
- Practica más el estar presente: Puede sonar cliche, pero la realidad es que mucho de nuestro estrés es pensando en el futuro y en los demás. Nos gusta sentir validación y estabilidad. Pero cuando estás presente tu concentración mejora, tu sistema nervioso se regula, conectas más con el objetivo y te puedes llegar a sentir más satisfecho. Si te preguntas qué es estar presente, es cuando estás plenamente consciente y enfocado en el momento actual, con menos distracciones y dirigiendo tu mente a un solo lugar.
- Si lo consideras, también puedes comentar tu situación con tu responsable o equipo, en ocasiones ellos también pueden ofrecer recursos para que tu estrés y ansiedad disminuyan.
Lo importante es que lo empieces a atender, que evites que se forme una bola de nieve de estrés y emociones que te atropelle y te haga desatender tu salud.
Si te apetece puedes compartir tu experiencia o dudas en los comentarios del blog, estaré encantada de leerte y orientarte.
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Un abrazo,
Diana